Oremus cuenta historias de la vida real al interior de un convento.
Bendígame Padre Santo porque he pecado… hace dos semanas desde mi última confesión.
He pecado de Desobediencia ya que se me había encomendado la limpieza de la sacristía debido a que nuestra hermana sacristana ha caído enferma de gripe. Yo no he sido solícita y me tardé 15 minutos en obedecer la orden dada, ya que estaba estudiando para la clase de etiqueta y buenos modales (el libro del que se basa la clase es de Carreño de 1853) que nos está dando una buena y bondadosa mujer llamada Adda Martín .
He pecado igualmente de quebrantar el silencio en las horas estrictas de silencio, ya que a una hermana se le ha caído un lapicillo que guardaba para anotar las intenciones de las personas que nos piden oración. Ah!, y también de eso me acuso delante de vuestra paternidad y delante de nuestro Dios y Señor Jesús, que muchas veces he visto que las intenciones anotadas de las personas que se acercan a nosotras acaban arrumbadas en la repostería o en el cuarto de costura hasta dos o tres meses empolvándose, y la hermana sacristana que es la encargada no las ha puesto en la capilla o al menos no las ha puesto en las intenciones de la comunidad. Pero yo me acuso de ver y no decir nada a nuestra Madre Abadesa, sea ya por olvido, sea ya por dejadez, o sea ya por tibieza, incluso por agotamiento por exceso de ocupaciones.
Acúsome beatísimo Padre de faltar al coro en maitines tres ocasiones. Me he caído el otro día de las escaleras y no pude levantarme en la noche. No he callado mi dolor y he pedido a nuestra Madre superiora una jerguilla y una palangana para poder calentar agua y ponérmela en la lesión porque Dios me guarde de que me toque un Médico alguno! Ante todo es hombre no vaya él o yo a caer en tentación carnal y condénese él o condéneme yo!
He pecado igualmente de manera consciente de faltar a la caridad para con la Madre Mayor al no plancharle su santo hábito a tiempo y haberle dicho de manera cortante que me esperara 10 minutos porque estaba terminando el aseo de mi celda (aposento). Debido a esto, la Madre se desesperó y como ya habían de tocar la campana para el rezo, se lo puso arrugado y se fue ella molesta. Acúsome ante usted Padre porque causé enojo y molestia a nuestra Madre Mayor.
Y, por último acúsome de ser sumamente escrupulosa, y haber incurrido en pecados habituales. Incluso por haberle robado dos minutos de su tiempo en esta confesión que de 5 minutos se han pasado dos minutos de más, siendo que se me ha mandado desde postulante no durar en la confesión más de 5 minutos.
Por todo esto y por lo que ya no recuerdo pido perdón a dios nuestro Señor, a su Santísima Madre y a usted una penitencia…
Sor Agnes Schwarz Nonne N.S
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