“Muchas mujeres que logran cargos públicos, ejercen el poder repitiendo esquemas machistas”, expresó la académica Gina Villagómez.
Mérida, Yucatán a 10 de marzo de 2021 (InformaTe Yucatán)- El desarrollo político de la mujer yucateca es histórico, las primeras luchas feministas nacen a fines del siglo XIX de mujeres campesinas, docentes y obreras. El reclamo de la reivindicación de sus derechos y el reconocimiento de sus condiciones hizo un parteaguas en el país.
En Yucatán, se gestaron las acciones que impulsaron el voto por la mujer, también en este estado fue electa por primera ocasión una mujer para ocupar un cargo público como edil del municipio de Mérida. Sin embargo, un siglo después la lucha no ha dado todos los resultados posibles, el rezago se mantiene y las mujeres no tienen el mismo espacio político que los hombres.
El pulso de la vida yucateca mantiene una constante presión de parte de los nuevos grupos de activistas femeninas, que siguiendo la profunda huella marcada por sus antecesoras avanzan con bandera en mano en pugna por el ejercicio pleno de sus derechos un siglo después sin completar la meta.
Las cifras son contraproducentes, el Censo 2020 marca que, en Yucatán el 51.2 por ciento de la población son mujeres, el 62 por ciento de ellas vive en zonas urbanas. En Mérida, suman 515 mil 760, de este universo, el 70 por ciento tienen un empleo informal, sus ingresos son muy bajos, hasta un 26 por ciento menos que un hombre.
También en cifras del Inegi, el 30 por ciento de los hogares en zonas urbanas los llevan madres solteras. En la zona rural las condiciones son más apremiantes, las mujeres campesinas viven con menos de un salario mínimo al día, un 29 por ciento no completó sus estudios de bachillerato, el 62 por ciento se identifica como indígena, un 46 por ciento de las mujeres habla maya.
IGUALDAD SUNTANTIVA VS PARTIDOS MACHISTAS
Sobre el tema de mujer y política, la investigadora Gina Villagómez Valdés, antropóloga e investigadora del área de Sociales del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi, de la Universidad Autónoma de Yucatán, señala que tras casi 120 años de lucha por los derechos de las mujeres en nuestro estado, el rezago persiste y se acumulan nuevas demandas.
“El rezago de las mujeres en el ámbito de la política es aun una situación que dista mucho de resolverse. Los partidos políticos y las políticas públicas que se aplican no han permitido que más mujeres se desarrollen y lo que es más difícil es que, muchas mujeres que logran cargos públicos no aplican el pensamiento, ni reivindican la lucha de las mujeres, sino que, ejercen el poder repitiendo esquemas machistas”.
En Yucatán, señaló, el 70 por ciento de las mujeres trabajan en comercios y empresas de servicios, un 70 por ciento de ellas, trabaja de manera informal, pero también, el 42 por ciento de las empresas que crean empleos fueron creadas por mujeres y están al frente de esas empresas.
“Nuestro estado tiene una de las tasas más altas de divorcios del país. En las últimas cuatro décadas las mujeres han salido a dar la batalla en el ámbito laboral, lo que ha empoderado sus condiciones y al tener sus propios recursos, les permite fortalecer su toma de decisiones. Esto ha generado que sean más autónomas, que tomes sus propias decisiones, que puedan superar aspectos de separación y divorcio”.
En el rubro educativo, la matrícula educativa de nivel superior está en un 50 por ciento para las mujeres, en el rubro de educación media superior (bachillerato) está en 51 mujeres; al igual que educación secundaria y primaria, lo que establece una equidad sustantiva.
Las mujeres en México ocupan el 38 por ciento del Sistema Nacional de Investigadores, (SNI). Pero en Yucatán, son más las mujeres que estudian un posgrado, lo que indica que, hay un avance importante en lo económico y educativo, pero no en lo político.
A partir de 2014, con la ley de paridad de género, los partidos tuvieron que ser incluyentes al 50 por ciento en sus postulaciones de candidatos, lo que, hace aún muy reciente la gestión y los cambios que se deben ir dando para poder completar un panorama más equitativo y sustantivo para las mujeres, explicó.
También es importante subrayar que la ley obliga a los partidos políticos a nominar candidatas en espacios legislativos estatal, federal y el ámbito municipal, no así, a las gubernaturas y presidencia de la República. Fue en 2014 cuando se estableció la paridad de género en las elecciones, que hasta ahora se hizo realidad en la elección de 2018.
Es por ello qué, el rezago persiste, hasta 2015, en Yucatán, solo el 7 por ciento de los municipios fue gobernado por alcaldesas. Para 2017 se estableció por fin una ley de paridad, lo que obligó a los partidos políticos a inscribir al 50 por ciento de sus candidaturas a mujeres.
Fue hasta 2018 que el Iepac, organismo estatal electoral, estableció lineamientos de paridad y por primera ocasión se postularon a 53 mujeres y 53 hombres a los 106 municipios del estado. Sin embargo, los partidos políticos supieron darle la vuelta a la ley y colocaron a las mujeres en municipios perdedores, municipios pequeños y pobres, municipios indígenas, alejados, con pocos recursos públicos, que es donde está el negocio de los grandes poderes regionales.
En esta elección -2018-se cuadriplicó el número de mujeres presidentas municipales, pasó de 7 a 27 por ciento, pero aún con todo ello, las mujeres solo lograron gobernar el 8 por ciento de la población yucateca. Esto indica que los partidos políticos hicieron trampa y el Iepac se hizo omiso de los lineamientos donde aceptó los lineamientos, pero no aceptó candidaturas de calidad para las mujeres.
Por ello, las mujeres y los grupos de activistas femeninas reclaman la paridad sustantiva, en lo numérico los partidos cumplieron, pero en lo sustantivo no. Porque lograron que sus candidatos masculinos se mantuvieron en municipios más grandes y económicamente importantes, de esta forma, de los 25 municipios más grandes de Yucatán, solo uno quedó a cargo de una mujer.
“Esto indica que, no hubo un avance sustantivo, si bien, los partidos cumplieron con la equidad, no aplicaron la norma para que la distribución de candidaturas se cumpliera de manera sustantiva”.
Ahora bien, ¿porqué la reticencia a que las mujeres tomen las posiciones políticas? Señaló. En primer lugar, porque las mujeres siguen siendo quienes conducen las tareas de la familia, culturalmente, para que las mujeres puedan salir a trabajar deben de contar con un respaldo económico que les permita mantener ambas condiciones, trabajo y familia, esto implica doble jornada.
Esto aplica, porqué el ámbito de la política es un espacio muy agresivo y violento, las mujeres se sienten presionadas y muchas no se la juegan. En Yucatán si hay mujeres dispuestas a luchas por espacios políticos, hay suficientes ejemplos de mujeres que durante 4 o 5 procesos políticos intentaron participar y han recibido negativas por parte de sus partidos políticos.
Por ello, desde las organizaciones de la sociedad civil estamos impulsando acciones, como candidaturas de calidad para las mujeres, de esta manera, sean postuladas a las mejores condiciones dentro de sus partidos y crezca la paridad sustantiva. Al final, el Iepac accedió y en la próxima elección 10 de los 30 municipios podrán alcanzar esta paridad sustantiva, pero resta aún por equilibrar estas condiciones, sostuvo.
Esto implica incluso la complicidad de los partidos políticos para no dejar pasar a las mujeres en municipios importantes. Complicidades que se juegan en escenarios escondidos, donde incluso trabajan y asignan recursos al candidato del otro partido político, con tal de que no gane una mujer, declaró.
“El ajedrez político incluye la confabulación de los partidos políticos y las autoridades electorales para darle a las mujeres posiciones perdedoras o poco importantes. Es de esta forma que, los partidos apuestan por la competitividad que tienen como marca política, qué a la equidad y respaldo a mujeres en municipios importantes, lo que también presiona o desgasta las condiciones de las mujeres que buscan participar en política”, aseguró.
En Yucatán persiste la violencia política contra las mujeres, añadió, la primera es la violencia institucional, donde las autoridades electorales niegan los derechos políticos de las mujeres, presionadas por los partidos políticos, estos factores son los que más afectan a las mujeres que quieren ser candidatas.
Otra etapa es la violencia es durante la campaña, esta violencia la crean los partidos de oposición y la misma comunidad que tiene sus filias y sus fobias.
Finalmente, hay una etapa más de violencia política y se refleja cuando las mujeres, aún logrando un espacio público, son bloqueadas para que no realicen sus actividades, se les niegan recursos, se les bloquean sus propuestas, se les asignan tareas y comisiones mínimas, se les obstaculiza en sus proyectos y cometidos, lo que también es una violencia política, describió.
Es también una situación que vale la pena subrayar, que los partidos políticos no se preocupan por formar cuadros femeninos, no advierten la necesidad de incrementar sus filas con militantes de calidad que puedan competir políticamente, superando las condiciones y abrigando su desarrollo y formación ideológica y política para postular cuadros femeninos de calidad rumbo a las contiendas electorales, señaló.
También es evidente que las mismas mujeres que trabajan y se desempeñan dentro de los partidos políticos no han sido capaces de defender estos postulados feministas.
Es importante decir que las mujeres políticas son rehenes de las condiciones de la imagen y presencia partidista, por ello, gobiernan y se desempeñan reproduciendo las posturas machistas, aplican normas y condiciones que dañan a otras mujeres y no se comprometen a gobernar como mujeres, sino proponiendo la alternativa de seguir en sus puestos haciendo la voluntad de los hombres, repuso.
En política no se privilegia el género, se privilegia el interés político, el interés partidista, por eso se multiplica la cultura patriarcal, no solamente los hombres son machistas, las mujeres reproducen estos estereotipos y roles de discriminación de las mujeres, de ahí que se diga, que, la peor enemiga de una mujer es otra mujer, advirtió.
Se reproduce el lenguaje, se reproducen las acciones, se reproducen acciones y negativas que señalan aspectos más de sexo que de capacidad. El mayor enemigo de las mujeres es la cultura patriarcal, que reproducimos hombres y mujeres.
En este ajedrez político, las mujeres juegan el juego de los hombres, porque ellos tienen el poder, porque asignan recursos, porque incluso dentro de los partidos la asignación de roles de las mujeres es menor y en tareas mucho menos abiertas y públicas, comentó.
Incluso, las mujeres en los partidos políticos han sido enseñadas que su papel está detrás de los hombres y no junto o frente a los hombres. Cuando las mujeres quieren romper este techo de cristal cultural, de inmediato les ponen un pie encima.
En este momento hay muchas mujeres en los partidos políticos, que no hablan a favor de las mujeres, sino por sus partidos políticos y por las condiciones que dictan estos grupos de poder. Es hasta 2020 que se obligó a los partidos políticos a incluir a mujeres indígenas, este es otro factor que tiene que marcar una lucha, porque son las más discriminadas y afectadas, pero la lucha de las mujeres debe de continuar y no detenerse.
Hay avances y las condiciones van cambiando poco a poco, es corto el tiempo aun para poder ir completando el cambio de pensamiento y actitud de las mujeres en la política, suscribe la docente e investigadora.
“Hay que avanzar en la determinación de continuar en el señalamiento de los postulados, del ejercicio de las acciones y políticas por respuestas más eficientes y determinantes por la paridad sustantiva y proponer el cambio de pensamiento también implique que las mujeres refuercen el compromiso de luchar y trabajar por este rezago que en las puertas del siglo XXI supone aun una carga muy pesada para todas las mujeres de México”, concluyó.
