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Mujeres claman ‘ni una más’ frente a muralla de Palacio

Con cantos, desmanes y enfrentamientos con la policía, la ola morada recorre Reforma y llega al Zócalo para exigir justicia.


Mujeres Una mujer pinta los escudos de policías capitalinos. (Lucía Flores)

Ciudad de México, 9 de marzo de 2023 (El Financiero).- El 8 de marzo, a la avenida principal de la ciudad se llega cantando, así lo hacen colectivos de la UNAM y del IPN que entonan Canción sin miedo desde que bajan del Metro, y se incorporan a la marea morada que comienza a desplegarse por Paseo de la Reforma, luego de las 14:00 horas, rumbo al Zócalo.

También se llega gritando: “¡La policía no me cuida, me cuidan mis amigas!”, “¡amiga, hermana, aquí está tu manada”.

Y brincando, porque “la que no brinque es macho”.

Colectivos estudiantiles, de desaparecidos, de mujeres con cáncer, familiares de víctimas de feminicidio, víctimas de ataques con ácido, luchadores de derechos humanos, skaters, scouts… se hacen presentes.

Encienden bengalas moradas cada que llegan a puntos emblemáticos, como la Glorieta del Ahuehuete marchitado, la Torre del Caballito y el monumento a los 43.

No falta el aroma a copal, el cual se mezcla, de repente, con mariguana porque “si te acosan, prende un porro, pues así sí viene la Policía”.

La fiesta se ‘enciende’ y empiezan a brincar sobre las estaciones del Metrobús y hacerle pintas; colocan un pañuelo verde a la estatua de un constituyente, como Ignacio Ramírez.

Hay expresiones incluso en otros idiomas: “Fuck patriarchy”, “I can buy myself flowers”, como la canción de Miley Cyrus, y “Gleichberechtigung”, como dicen los alemanes para demandar igualdad social.

La lucha morada también es contra la religión, en particular contra el catolicismo. “Mata a tu Eva, libera a tu Lilith”, es una de las consignas que resaltó en miles y miles de pancartas.

Sí, Lilith, esa cuyas versiones judías fue la mujer que antecedió a Eva, la primera que abandonó a Adán, y se le identifica de forma maligna.

El enojo contra la Iglesia es notorio, pues el bloque negro, el más radical, en el que van encapuchadas y portan martillos y palos, golpea duro contra las vallas que amurallan la Catedral Metropolitana.

“¡Donde saquen sus rosarios! ¡No soy pecadora!”, advierten las pintas en este lado del Zócalo.

No salieron los rosarios, pues ante los constantes martillazos y dos vallas dobladas, las policías que están detrás del muro responden con gas y piedras.

“¡Están lanzando piedras!¡Protéjanse!”, gritaban las del colectivo Marabunta.

Aunque no tan predominante como el morado, el verde también es color de esta marcha, ese que representa la lucha contra el aborto, tema que causa escozor entre parte del catolicismo y la sociedad mexicana.

En el Zócalo, frente a los ‘ojos’ de Palacio Nacional y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pende una enorme manta con la consigna: “¡Fuera aborto del Código Penal!

Este letrero, colocado en el edificio propiedad del Congreso de la Ciudad de México, hizo ver diminuto al de “el INE no se toca”.

Aunque no con la misma intensidad que contra las vallas de Catedral, los martillazos se dan en las enormes láminas que resguardan Palacio Nacional, que se convierten en un enorme pizarrón en el que se escribe un enorme listado de nombres de muertas y desaparecidas.

El logro en ambos puntos fue tirar los semáforos, para lo que sólo se necesita tirar de una cuerda al sumar la fuerza de 16 brazos y unos cuantos martillazos.

Al edificio del Gobierno de la ciudad, lo tapizaron en puertas y ventanas con carteles. “Arriba las que luchan, con o sin capucha” fue uno de los que resaltó en la puerta por la que entra y sale la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

“Mi enojo se volvió fuego”, y así fue. Los grupos de mujeres concluyeron su manifestación encendiendo las pancartas que acompañaron su voz durante la marcha del 8M.

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