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‘Kin’ puntual a su cita en Dzibilchaltún 

Por segundo año consecutivo, el equinoccio se realiza sin visitantes para evitar la propagación del virus de la covid.


Mérida, Yucatán a 20 de marzo de 2021 (InformaTe Yucatán). – Los primeros rayos del Sol  de este sábado cruzaron sin contratiempos el umbral del Templo de las Siete Muñecas, edificio representativo de la zona arqueológica de Dzibilchaltún, para marcar una vez más el equinoccio de primavera en esta ancestral ciudad maya.

A las 06:08 AM, con un cielo despejado, se pudo contemplar el paso de la luz por el centro del edificio señalando el inicio de la nueva estación, fenómeno que marca  que el día y la noche tienen la misma duración, debido a que el Sol se encuentra sobre el ecuador del planeta Tierra.

Por segunda ocasión y debido a la emergencia sanitaria, no hubo público presente, salvo un reducido número de representantes de los medios de comunicación que fueron invitados de manera expresa por el Instituto Nacional de Antropología e Historia para atestiguar una vez más este fenómeno que se representa dos veces al año (al inicio de las estaciones de primavera y otoño en el hemisferio norte de la nuestro planeta)

De acuerdo a las creencias ancestrales mayas, el inicio del cambio estación da la pautaba al ciclo fértil, para los pueblos mayas estos nuevos ciclos marcaban también el tiempo de renovar su presencia y fe en sus dioses en espera de las nuevas lluvias y con ello, las cosechas de sus milpas.

De ahí, que en numeras zonas arqueológicas mayas se representen de diferentes maneras los equinoccios, de manera simbólica y representativa se advierten en Dzibilchaltún y Chichen Itzá, aún y cuando los investigadores y estudiosos han demostrado que estas representaciones también se aprecian en Uxmal, Tulum y otros importantes centros ceremoniales mayas.

Dzibilchaltún, que está formada por cuatro vocablos mayas: Dzib, escritura; il, vocativo  chal, plano; y tun, piedra; lo que puede traducirse como “lugar donde hay escritura en las piedras planas”. Es una ciudad y santuario ceremonial que se edificó a partir de año 500 antes de Cristo y tuvo su mayor auge en los siglos II y III de nuestra era.

El asentamiento abarca unos 19 km2 siendo de tipo concéntrico, en los que se han hallado alrededor de 8 mil 400 estructuras. En su parte central está compuesta por numerosas construcciones monumentales que abarcan unas 25 hectáreas.

En el resto del área se encuentran conjuntos arquitectónicos dispersos con pirámides y edificios abovedados. Se cree que pudo haber alcanzado una población hasta de 40 mil  habitantes lo que la coloca como una de las ciudades antiguas más grandes de Mesoamérica.

Por su cercanía con la costa, su economía aprovechó tanto los productos marinos del litoral del Golfo, produciendo sal, haciendo herramientas de caracol y consumiendo alimentos del mar, así como los de tierra adentro, sembrando y cosechando maíz.

Aparte de las estelas, en donde sobresale la número 19, que es considerada una obra maestra del arte escultórico maya, destaca la “mampostería verdadera”, es decir, piedras unidas con argamasa y cuñas, así como las bóvedas construidas con el sistema de piedras saledizas.

La ciudad conserva 12 sacbés (sak bé oob) o caminos blancos, la mayoría de los cuales parten del centro y se dirigen hacia las construcciones de la periferia; uno de ellos conduce al cenote Xlakáh, que en maya significa “pueblo viejo”, uno de los más grandes y profundos encontrados hasta hoy día en Yucatán.

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