El abuso sexual y la violación, es un delito “normalizado” en la sociedad, las víctimas no siempre denuncian por miedo.
Mérida, Yucatán a 29 de Julio de 2019 (InformaTe Yucatán).- En Yucatán, los casos de violación y abuso sexual se han normalizado al grado de ocultarlos para muchas veces “salvar” un apellido.
Víctor Chan Martín presidente de “Un Lazo para María”, refiere que el 90% de los depredadores sexuales son familiares o personajes cercanos al círculo familiar (amigos o vecinos).
“Está muy normalizado el abuso sexual en Yucatán, se ve como parte de la convivencia diaria, también hay mucha desinformación, yo siempre que doy pláticas digo que a ningún niño o niña se le debe sentar sobre genitales, se les debe sentar sobre rodillas, porque de lo contrario, puede erotizar al varón”, advierte.
Chan Martín señala que “es muy difícil identificar a un agresor”, por lo que tanto autoridades como familiares deben proteger a los infantes.
El experto quien ha impartido talleres y pláticas en otros países como Ecuador, Costa Rica, Guatemala y Estados Unidos, ha detectado los mismos patrones en las víctimas “no lo hablo, no lo creo, no lo acepto y no lo denuncio; la más compleja –dice- es la no aceptación, porque cuando acepto que sucedió, me hace actuar”.
La clase social no es sinónimo de inmunidad cuando de delitos sexuales se habla, los agresores sexuales se encuentran en las familias más pobres y también en las adineradas.
“En Yucatán hay mucha protección de la familia, del apellido, eso lo hace muy difícil, porque en muchos casos para proteger la imagen de la familia, no se habla, no se denuncia y se siguen cometiendo delitos”.
MÉXICO Y YUCATÁN, EN LOS PRIMEROS LUGARES DE ABUSO SEXUAL Y VIOLACIÓN.
En los primeros seis meses de este 2019, en el país se han denunciado 25 mil 277 casos de delitos sexuales, 11 mil 691 casos fueron por abuso sexual y 8 mil 464 por violación simple y equiparada; Yucatán, acumula en este primer semestre, solo tiene registros de 146 casos, 105 por abuso sexual, 36 por violación simple, dos por violación equiparada, dos por hostigamiento sexual y uno catalogado en otros delitos.
“LE ROBARON SU INOCENCIA”
M.G. tenía apenas cinco años cuando por primera vez su infancia fue violentada por un amigo cercano de su familia, una de esas personas que tiene la confianza para pasearse por la casa, entrar al baño sin permiso y hasta utilizar alguna recámara para descansar. En uno de esos momentos, su agresor vio la oportunidad para ‘arrancarle’ su niñez.
A los 14 años, su adolescencia quedó marcada por segunda vez, su agresor, también fue una persona cercana a su familia. Actualmente es madre y no quiere que sus hijas vivan la misma pesadilla que ella.
La agresión que sufrió, la impulsó a poner su granito de arena y a trabajar en comunidades para sensibilizarlas sobre este problema social.
“Una víctima se siente culpable, es difícil hablarlo y siempre se cuestiona porqué no hizo algo para impedir la agresión sexual, todavía me cuesta hablarlo, pero lo estoy trabajando”, refiere.
